Antonio, nuestro Antonio. Sus horarios son los de nuestro tren y los nuestros los suyos. Haga calor, frío, viento o nieve. Siempre está al pie del andén con su gorra, bastón y con una sonrisa en sus labios. Un saludo, un comentario sin importancia, unas risas y un recuento de quién ha dejado de venir, quién se ha incorporado a la rutina de nuestro tren son momentos del día que nos alegran la vida y el día.
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